domingo, 20 de octubre de 2013

SEULS, DE WAJDI MOUAWAD


Rara vez lo aparentemente anodino, logra transformarse sobre un escenario en algo realmente digno de atención, sorpresa e incluso magia escénica. Esto es lo que sucede con esta obra de Wajdi Mouawad. Ya en su título, que puede traducirse sin dificultad por Solos, parece estar inscrito el ejercicio de introspección que se nos plantea. Ejercicio que suele estar ligado en el imaginario colectivo a algo aburrido, petulante o masturbatorio, y que también suele estar reservado a una panda de frikis que no tienen otra cosa que hacer que desentrañar la oculta grandeza del aquél que se expone.

Y todo esto es precisamente lo que me pareció en un principio esta obra. Durante un principio bastante largo donde un señor canadiense-libanés, en un escenario cuasi vacío, con únicamente una cama y una ventana simulada en el centro, comienza a hablar de que si está haciendo una tesis sobre Robert Lepage, gran referencia metateateatral. Es un ser aburrido y monótono. Habla por teléfono con su hermana de sus problemas familiares, con la secretaria de Lepage para concertar una cita, reflexiona sobre el sinsentido de su vida. Un peñazo. Tiene que ir a San Petesburgo para pillar a Lepage en tránsito y poder hablar con él.

Mientras tanto su padre está en coma. Va a verle y habla con él en un monólogo que comienza a meter al espectador en situación. Su padre es libanés y recuerda como las cosas importantes no eran las mismas para uno que para otro, desentrañando un choque cultural y generacional que, a distintos niveles, mucha gente llega un momento en su vida que es consciente del mismo. Quién no ha pensado cuán diferente es su mundo del de sus padres, sobre todo en momentos de especial emotividad , y las fronteras que esto ha supuesto en la comunicación entre ambos.

A partir de cierto momento de la obra, el protagonista va a hacerse una foto de carnet para el pasaporte y sufre una especie de electrochock, muy remarcado escénicamente con una ruido estridente y una fuerte luz verde. Pese a la apariencia de que todo sigue igual, algo ha cambiado. Durante toda la obra Mouawad se apoya en el video para introducir otra visión sobre el personaje. Le vemos proyectado como parece separarse de su propio cuerpo y pasar a otra dimensión a través de la ventana, zarandearle para despertarle, etc. en una especie de alma transubstanciada que le transporta a otra dimensión, pero cuya apariencia parece ser la misma.

A partir de aquí empiezan a suceder cosas extrañas, como que le llaman al teléfono que el mismo ha arrancado la conexión o a escuchar voces que le susurran e inducen finalmente a pensar que el que está en coma es él, y no su padre, y que se haya atrapado en ese otro lado de la mente, o del cerebro, del que parece difícil volver. Oye como el médico la dice a su hermana lo que creyó que le dijeron a él con su padre. Háblale aunque no te oiga para reforzar la conexión con el mundo que, podríamos denominar, real.

Mientras tanto lo que sucede en escena es que el protagonista ante la imposibilidad de volver da rienda suelta a su faceta más creativa. La puesta en escena deriva en una performance pictórica donde los paneles del fondo, el escenario y el propio actor se convierten en improvisados lienzos donde esta conciencia aprisionada dará rienda a su creatividad más abstracta improvisando un frenético y explosivo collage de color y formas abstractas que darán un denso, sorprendente y eficaz final a la obra.

No es fácil para un actor estar dos horas complemente solo sobre el escenario. Wajdi Mouawad consigue mediante esa soledad trasladarnos la certeza cruda y radical de que estamos Solos, por mucho que estemos rodeados de mucha gente todos los días y a todas horas. Una certeza que ya muchos teníamos, pero que tampoco tiene por qué agobiarnos. Más bien se trataría de aprovechar esta consciencia para poder dar rienda suelta a aquello que cada uno llevamos dentro, plasmada en este caso en esa apoteosis final de caóticos colores y formas. Excepcional desarrollo in crescendo sobre textos, interpretación y dirección del propio Wajdi, en la que habría que testear el papel de la dramaturgia de Charlotte Fracet, con la inestimable aportación de los textos adicionales sacados de la Biblia (El retorno del hijo pródigo). Grandísima ovación de un publico entregado.


Ahora voy a hacer un poco de trampa, ya que acabo de ver la magnífica película Incendies, dirigida por  Denis Villeneuve, sobre la obra de Wajdi Mouawad y cuya versión teatral pasó por el Teatro Español en 2008 y por el Matadero en 2010 sin que yo me enterara de nada. Entono el mea culpa sin rubor. No sé que andaría yo haciendo por entonces, pero si las críticas del montaje teatral son buenísimas, no puedo dejar de hacer referencia a la desgarradora impresión que me ha producido la película. Mucho se ha hablado de la referencia edípica del film, pero lo más impresionante desde mi punto de vista es como los personajes son capaces de romper el hilo de la ira, según las propias palabras de la última carta de la madre, gracias a un genial planteamiento que le da la vuelta a todo para mejorarlo. Impresionante.



SEULS, DE WAJDI MOUAWAD

Textos, interpretación y dirección de Wajdi Mouawad.
Dramaturgia: Charlotte Fracet
Una producción de Au carreré de l'Hypoténuse (Francia) y Abe Carré ce Carré (Quebec)
Idioma: Francés (con sobretítulos en español)
Teatro Valle-Inclán, Madrid. 5 de octubre de 2013
Ciclo Una mirada al mundo, del CDN

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