(VERSIÓN DE LAS
COMEDIAS BÁRBARAS DE VALLE-INCLÁN)
Confieso mi
debilidad por Valle-Inclán. Don Ramón María del. Esta nueva versión
de la trilogía de las Comedias Bárbaras,
compuesta por las obras Cara de Plata,
Águila de Blasón y Romance de Lobos vuelve a subir a los
escenarios en una producción del Centro
Dramático Nacional. Es esta una versión a la que se ha titulado Montenegro, apellido de la estirpe o
linaje protagonista, y ha sido escrita y dirigida por Ernesto Caballero. En la
misma se ha intentado sintetizar en unas tres horas una trilogía que en su
versión ya mítica, también del CDN, de 1991 llegó a durar más de seis.
Por esta razón
en primer lugar intento preguntarme que es lo que se ha hecho para conseguir
esta reducción y cuál ha sido el resultado. En una primera apreciación puede
afirmarse que se han eliminado la mayor parte de los elementos más
costumbristas. Es decir, se han suprimido la mayoría de las escenas con los
pobres, mendigos y gentes del lugar, que normalmente suponen agrupamientos
escénicos de gran cantidad de personajes. Centrarse en Montenegro es hacerlo en
el patriarca Don Juan Manuel. Sus hijos pierden algo de protagonismo. Don
Miguel, Cara de Plata, es fundamental para entender toda la trama con Sabelita.
Por eso es muy difícil quitarle protagonismo, aunque en esta versión aparece
más bisoño y distante, perdiendo algo de fuerza su partida, que intenta
remarcarse con un alarde carlista euskaldun de dudosa pertinencia. El resto de
los hijos sólo pasan a primer término en el final de la obra, en ese Romance de
Lobos que será decisivo para el desenlace. Al no haber aparecido prácticamente
antes se les percibe distantes al drama que se está produciendo, en vez de sus
inductores.
A este respecto
es reseñable una cuestión que no me parece baladí y que contribuye a esta
confusión. En la escena del secuestro y robo en la casa familiar, los ladrones
aparecen enmascarados y para que el padre no los reconozca la voz cantante la
lleva el actor Edu Soto, reconocido y reconocible por el público, que dobla
este personaje pero cuya misión principal es encarnar a Fuso Negro. Este es
otro de los personajes fundamentales de la trilogía. Su carácter simbólico,
casi mágico, produce el efecto intemporal que introduce la trama dentro de los
derroteros de la leyenda mítica. Su caracterización totalmente de blanco y con
extraño atuendo, más gracioso que siniestro, no creo que sea un gran acierto.
La cuestión de
Sabelita también tiene su importancia. Su figura es la que desencadena el
conflicto y tiene un papel fundamental para entender y sostener toda la trama.
Es verdad que su peso se desliza hacia Doña María hacia la mitad de la obra,
muy bien reseñado en esta versión con la irrupción de esta por primera vez para
marcar el descanso o intermedio de la representación. Sin embargo esta transfusión de protagonismo
queda un tanto desdibujada al escamotearse el peregrinaje de Sabelita una vez
caída en desgracia. Se soluciona la cuestión apareciendo harapienta a pedir
perdón a Doña María, e insólitamente vestida, ella que siempre aparece tan
pulcra, con una pierna al descubierto donde más parece una fulana que una mujer
atormentada.
El personaje de
Don Juan Manuel Montenegro es el central de toda la obra. Su transfiguración y
cambio está referido, precisamente, a la muerte de su mujer Doña María. El inicio de la representación en la barca, cuando el
personaje está totalmente desesperado y en pleno cambio, para efectuar a partir
de entonces una especie de flash-back, no contribuye a perfilar a este
personaje que necesita ser grandioso, majestuoso y señorial para comprender su
efecto sobre los demás. Retomar la acción hacia la mitad de la segunda parte de
la representación no parece aportar demasiado. Máxime cuando se escamotean un
tanto las razones que le llevan a este cambio, ya que la escena con los pobres
y todo el asunto de la tumba de su mujer no se presentan con la debida
potencia, al igual que la escena de la cueva con Fuso Negro. Es, por tanto,
este Don Juan Manuel Montenegro más víctima de sus circunstancias que de sí mismo.
Parece superarle el mundo, cuando en Valle-Inclán siempre lleva las riendas de su
destino y es claramente víctima de su propia arrogancia. Incluso al final, cuando
cree poder redimir a los pobres, ya que no puede redimirse a sí mismo. Está este
personaje, encarnado por un gran Ramón Barea que hace lo posible por mantenerle
incólume y digno, en un tris de naufragar ante el torrente de una vida y unos
acontecimientos que parecen ganarle la partida al haber renunciado un tanto a
su magnificencia.
La puesta en
escena está estructurada en torno a transiciones rápida, donde se obvian los
continuos cambios de lugar mediante la incorporación de una escenografía
monumental cuyo fondo es un grandioso puente de piedra, practicable por encima,
que enmarca los múltiples espacios necesarios que sólo necesitan de algo de
tramoya y una iluminación muy pertinente para conseguir un efecto muy
cinematográfico. Destacaría el trabajo físico actoral para caracterizar
diversos animales, sobre todo caballos y perros, que provocan un efecto
ilusionista muy destacable. También es un gran acierto la ilustración de
ciertos pasajes mediante mímicas y pantomimas, así como la construcción de
artefactos con los mismos cuerpos de los actores ayudados de cualquier
adminículo.
Desafortunada
por completo, aunque esto encierra otro gran debate, es la mIcrofonización
parcial del segundo y tercer término del escenario, quedando el primer término
para la voz natural. Todo ello provoca un efecto irreal que no contribuye al tono
mágico-mítico deseado, sino a un desbarajuste en los agrupamientos donde el
espectador no sabe algunas veces quién está hablando. También influye
sobremanera en quitar esa fuerza que necesita Don Juan Manuel. Hay opiniones
para todos los gustos en este ámbito, y no se trata de purismos. Aunque si que
hay que resaltar que la presencia en vivo y en directo de los actores, y su
percepción directa y natural, es uno de los grandes valores del teatro en el
siglo XXI. Yo no voy al teatro para oír a los actores por un altavoz, para eso
me quedo en casa con mi 5.1.
MONTENEGRO, DE
ERNESTO CABALLERO
VERSIÓN DE LAS COMEDIAS BÁRBARAS DE VALLE-INCLAN
DIRECCIÓN: ERNESTO CABALLERO
REPARTO (Por orden alfabético) Fran Antón, Ramón Barea, Ester Bellver, David Boceta, Javier Carramiñana, Bruno Ciordia, Paco Déniz, Silvia Espigado, Marta Gómez, Carmen León, Toni Márquez, Mona Martínez, Rebeca Matellán, Iñaki Rikarte, José Luis Sendarrubias, Edu Soto, Juan Carlos Talavera, Janfri Topera, Alfonso Torregrosa, Yolanda Ulloa y Pepa Zaragoza.
UNA PRODUCCIÓN
DEL CENTRO DRAMÁTICO NACIONAL
TEATRO
VALLE-INCLÁN DE MADRID.
JUEVES 19 DE DICIEMBRE DE 2013
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