viernes, 22 de noviembre de 2013

TÍO VANIA, DE CHÉJOV



La compañía La pajarita de papel presenta en el teatro La puerta estrecha una nueva puesta en escena de Tío Vania de Antón Chejov. Es esta una de las obras más representadas del autor ruso y un estandarte de lo que se considera como teatro contemporáneo. 

Las obras de Chéjov no atienden decididamente a una trama casual, omnipresente, que determina el desarrollo secuencial (escénico) de la obra. Su particular forma de hacer se preocupa más por la creación de un ambiente, dónde unos personajes determinados exponen y muestran sus vidas mediante acciones aparentemente insignificantes. La fábula suele estar la mayor parte del tiempo velada y sólo irrumpe en escena para confirmar aquello que los personajes ya saben o sienten, precipitando el desarrollo de los acontecimientos.

Este teatro de personajes, que de todo se ha dicho sobre el mismo, cuenta normalmente con una nómina de papeles bastante amplia para repartir, por lo que su puesta en escena en salas pequeñas supone un desafío y una dificultad mayor.  La aparente falta de acción determina muchas veces que la puesta en escena tiene que saber captar ese ambiente interno, esa atmósfera densa que rodea a los personajes, ese ambiente en el que suceden las cosas y sin cuya comprensión puede dejar el conjunto como algo inconsistente. De ahí el fracaso de muchos montajes de larga duración que terminan por aburrir al espectador cuando están fuera de tono o no son capaces de establecer entre los personajes la necesaria tensión interna que marca su devenir en la fábula o historia.

Hacer Tío Vania en hora y cuarto tiene su mérito. Y sus riesgos. La propuesta de Rodolfo Cortizo gira en torno a la escenificación de lo esencial. Los personajes se reducen de 9 a 6, por lo que quedan fuera el obrero (cuya intervención es de figurante), María Vasilievna (el rol de la abuela de Sofía se funde un tanto con el de Marina, la vieja nodriza) y Teleguín (terrateniente borrachín que es más comparsa que otra cosa).  Se eliminan o reducen la mayor parte de los parlamentos redundantes y relativos a la ociosidad y el hastío que atrapa a los personajes. Se reestructuran y fusionan algunas escenas para conseguir un ritmo más ágil, intentando no perder esas sensaciones más propias de tiempos lentos.  El conjunto se hace así más compacto y funciona tanto a nivel de la fábula como del subtexto.


La interpretación, por tanto, resulta algo más vigorosa aunque intenta no caer en el apresuramiento.  Las mujeres están, desde mi punto de vista, más ajustadas al sentido chejoviano. Elena intenta, por todos los medios, no hacerse eco del efecto que produce en los hombres, mientras que Sonia lleva su amargura con una infantil resignación que, irónicamente, permitirá la vuelta a la cordura y la normalidad. Marina será ese contrapunto necesario de calma y mesura para que todo el conjunto se mantenga contenido. El profesor expresa y recalca en demasía su permanente enfado. El doctor quizá anda un pelín chulesco. Y Vania, probablemente, anda un tanto desesperado antes de tiempo. Los tres hombres abusan del alcohol, pero quizá abusan de la botella cuando debieran ser hombres más de vaso, algo más cultivados. La dicción argentina de Vania y el doctor cuesta un poco interiorizarla para el espectador español, pero con el paso de los minutos parece ir disipándose su efecto. No intento trivializar esta cuestión, ya que ha sido, es y puede ser el motivo de muchas disonancias escénicas el que los acentos y la dicción no estén bien ponderados. Y sobre todo cuando el elenco es mixto y los acentos no responden a cuestiones dramatúrgicas.

Para envolver y atrapar al espectador se ha recurrido a una escenografía que integra el dentro-fuera, con tres árboles que enmarcan sillas y mesas. Una ventana al fondo hace de foro, detrás de la cual entran y salen los actores hacia una extraescena (prolongada también por la puerta de acceso a la sala) cambiante que contribuye a configurar el propio espacio escénico.

Buena labor la desarrollada por el teatro La puerta estrecha, que mantiene diversas obras a la vez en cartel y durante tiempo prolongado, expurga clásicos de todas las epocas, da cancha a compañías invitadas y mantiene compañías tipo residentes. 

Programa de mano



TÍO VANIA, DE ANTÓN CHÉJOV
COMPAÑÍA LA PAJARITA DE PAPEL
Intérpretes
Marina: Concha Roales -Nieto,  Doctor: Nicolás Fryd, Tío Vania: Rodolfo Cortizo, Padre: Tucho, Sonia: Victoria Peinado Vergara, Elena: Patricia Domínguez del Pino
Dirección: Rodolfo Cortizo
Escenografía, Vestuario y Atrezo: La Puerta Estrecha
TEATRO LA PUERTA ESTRECHA DE MADRID
MARTES 19 DE NOVIEMBRE DE 2013
(http://www.teatrolapuertaestrecha.org/)  
Los martes, paga lo que puedas.



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