martes, 12 de noviembre de 2013

LA VERITÁ, DE DANIELE FINZI PASCA



La veritá es un espectáculo circense que, entre otros,  acoge números de acrobacia aérea, malabares, contorsionismo, títeres, música y clown. El detonante, expresado por su autor, para el montaje de esta obra parece ser la cesión por parte de una fundación de un telón de boca pintado por Dalí en los años cuarenta en Nueva York, que representa a Tristán e Isolda.


En esta puesta en escena se ha optado por un tipo de presentación frontal, en teatros a la italiana, que condiciona toda la concepción de la obra como conjunto. Los múltiples números circenses que se desarrollan durante la obra, donde prima la habilidad y la fuerza de sus ejecutantes, buscan su contrapartida en los pequeños cuadros o sketches cómicos que se suceden entre ellos.  También se recurre al número musical, donde toda la compañía canta y baila generando reagrupamientos generales cada cierto intervalo.


La ejecución técnica, sobre todo de los números de acrobacia y contorsionismo,  y una propuesta visual barroca y surrealista, son de una factura más que notable. Ahora bien, el conjunto no parece que tenga el suficiente empaque o coherencia interna para considerarla una obra teatral. Como espectador soy incapaz de descubrir ese hilo conductor, ese aglutinante o pegamento, esa dramaturgia necesaria en cualquier espectáculo teatral. El collage podría ser lo más cercano a una propuesta que intenta sugerir ese nexo sin conseguirlo.


La parte cómica o burlesca está presente desde un principio en la obra. Se hacen referencias, chistes y pantomimas que crean una expectativa de horizonte que se va disolviendo muy rápidamente. Estos intermezzos  no terminan de engarzar con un desarrollo reiterativo y aleatorio de números circenses, que incluso se ven torpedeados por los propios elementos cómicos. Para disolver la inexistente tensión se opta por la inclusión reseñada de números musicales, donde todos los actores/artistas acuden para intentar dar un cierto sentido colectivo al conjunto.


La inclusión de un vestuario de corte surrealista, y muy vistoso, intenta armonizar con una puesta en escena esencialmente vacía que se rellena con, fundamentalmente,  acciones físicas y mediante un juego sofisticado de paneles y telones que suben y bajan. Se configura así un espacio cambiante donde los primeros términos de los cómicos y el telón de Dalí sirven para preparar, fuera de la vista del público, el siguiente número circense.  La luz juega un papel esencial en esa constelación de espacios deshabitados e imaginados, donde las sombras proyectadas también contribuyen a provocar ese ilusionismo necesario para que lo meramente físico alcance cierta relevancia.


La música en directo muy meritoria de una de las artistas, que canta algún aria y toca tanto instrumentos convencionales como adaptados, tampoco armoniza con la música enlatada que muchas veces parece contradecir las impresiones visuales del espectáculo, mientras que otras intenta engañar al espectador fingiendo su ejecución.


Si el telón alusivo a la obra de Wagner nos remite a la obra de arte total, este no es el caso. El título de la obra parece hacer referencia a la verdad de aquello que sucede, que acontece a nuestro alrededor, y que no necesita de explicación. En este sentido esta veritás, física, de los números circenses es lo único que parece contrastar con ese ilusionismo surrealista daliniano, aunque en escena no terminen de crear la necesaria tensión entre contrarios para devenir en un todo sugerente.  La acumulación de elementos no configuran por sí solos un espectáculo. Dramaturgia y más dramaturgia. Que no tiene que ser de tipo lineal o causal. En eso estoy de acuerdo. Pero, dramaturgia.  



En definitiva creo que este tipo de espectáculos son más propios del Price que del Valle-Inclán, debido sobre todo a que no termina de funcionar como conjunto o totalidad estrictamente teatral, aunque su factura circense es impecable. Y así lo reconoció un público madrileño entre el cuál había no pocos niños (raramente vistos en este teatro). 




LA VERITÁ
Autor, director, co diseño luces y coreografía: Daniele Finzi Pasca
Directora creativa, productora y participación a la escritura de textos: Julie Hamelin
Música, diseño de sonido y co-diseño coreografía: Maria Bonzanigo
Escenógrafía, accesorios y creador de Hugojo y L’hugo: Hugo Gargiulo

Artistas: Moira Albertalli, Jean-Philippe Cuerrier, Annie-Kim Déry, Stéphane Gentilini, Andrée-Anne Gingras-Roy, Catherine Girard, James Kingsford-Smith, Evelyne Laforest, David Menes, Marco Paoletti, Felix Salas, Beatriz Sayad, Rolando Tarquini.

Una producción de la Compañía Finzi Pasca (Suiza) (http://finzipasca.com/es/)

Teatro Valle-Inclán, Madrid. Sábado 9 de noviembre de 2013. Obra en castellano con morcillas en italiano.
Ciclo Una mirada al mundo, del CDN



 

No hay comentarios:

Publicar un comentario