Me
resulta algo difícil hacer la crítica de este espectáculo. El mismo parte de
una novela que escribe su autora cuando le diagnostican un cáncer cerebral a
los 23 años. Es muy loable, y seguramente apasionante, que una persona vital,
exhuberante y poética intente atrapar la vida que se le va en una novela donde
plasma todas sus inquietudes. Traspasar todo esto a un escenario y montar un
espectáculo teatral parece algo más complejo.
Partiendo
de un texto deslabazado se intenta dotar de una cierta dramaturgia al
espectáculo. Primero se intenta reflejar esa energía vital mediante el recurso
a la música, de muy variado tono, muy propia de la edad juvenil. Esto deriva en
una especie de musical encubierto donde todos los actores tocan algún
instrumento o cantan en directo. También hay que resaltar que estas canciones
son en inglés, cuando el espectáculo es en francés. El caso es que estos
números musicales no resultan demasiado pertinentes si intentamos relacionarlos
con la parte escenificada.
Aquello
que se dramatiza parece anclarse en la problemática médica y las consecuencias
emocionales del entorno. Con la protagonista, que parece representar a la
autora, permanentemente en escena, esta se hace cómplice tanto de aquello que
le ocurre u ocurrió a ella misma como de lo que le sucede a sus allegados.
Recuerda, rememora, ensueña, anhela y hasta se regodea en aquello que
supuestamente le fue imposible contemplar en derredor de ella misma, pasando a
multiplicarse su experiencia hasta un nivel supra-vivencial.
La
presencia permanente de la madre en escena, vestida de negro, no hace si no
denotar implacablemente que estamos ante un multi-perspectivismo que se intenta
integrar en una único plano, y que a la postre resulta algo confuso y extraño.
Las intervenciones de la madre son tan puntuales y emotivamente difusas que
parece ella el fantasma en un mundo juvenil que ni comprende ni comparte.
Hay
que reconocer a la protagonista una gran versatilidad y belleza, así como al
resto de los actores su esfuerzo por reflejar esa dualidad vida-muerte que se
conforma como la constante del espectáculo. Este queda un tanto minimizado ante
la falta de planteamientos mas conflictivos o universales, apareciendo el
conjunto más como la mera constatación de la fatalidad juvenil y su
descubrimiento de la muerte. Esta, la muerte, se escamotea en las sociedades
postindustriales del plano vivencial de su vida social, por lo que cuando
aparece se nos presenta como un trauma. Y estos post-adolescentes que todos
hemos llegado a ser, invariablemente tenemos que enfrentarnos al mismo tarde o
temprano. Así es la vida.
TESTAMENTO DE VICKIE
GENDREAU
DIRECCIÓN Y
ADAPTACIÓN: ERIC JEAN
THÉÂTRE DE QUAT SOUS
(MONTREAL, CANADA)
IDIOMA: FRANCÉS CON
SOBRETÍTULOS EN ESPAÑOL.
TEATRO VALLE-INCLÁN DE
MADRID
CICLO "UNA MIRADA
AL MUNDO" DEL CDN
SÁBADO, 1 DE NOVIEMBRE
DE 2014
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