sábado, 20 de diciembre de 2014

EL ZOO DE CRISTAL, DE TENNESSEE WILLIAMS


Revisitar el teatro de Tennessee Williams es un una opción más que recurrente en el teatro contemporáneo. Sus textos son impecables estructuralmente y responden fácilmente a esa necesidad de puestas en escena que pretenden configurarse sin grietas, resquicios o fisuras por donde pueda escaparse esa verosimilitud tan ansiada. Los textos pueden ser redondos, pero el resultado tiene que verificarse en escena donde sufren esa metamorfosis tan maravillosa que es el teatro. En un panorama teatral donde parecían despreciarse los buenos textos, la literatura dramática, resulta que siempre se vuelve a ellos ante la supuesta escasez de los actuales y la evidente carencia textual de muchos creadores escénicos.
  
Esta puesta en escena de "El zoo de cristal" parece estar más pensada para el lucimiento de la artista principal, Silvia Marso, que para otra cosa. De hecho, aún resultando una obra archiconocida por sus adaptaciones cinematográficas, el autor de la versión (aunque firma como adaptador, y él sabrá por qué) y el director de escena han privilegiado el personaje de Amanda, la madre interpretada por la actriz señalada. Este desplazamiento genera una serie de problemas más que evidentes, ya que en la segunda parte cuando se dirime el futuro de su hija Laura y desaparece de escena la madre, todo queda demasiado en evidencia. 

  
Silvia Marso encarna una Amanda más quisquillosa que amarga. Más tontuela que rancia. Se muestra en un esplendor vital que no se corresponde con el personaje, eclipsando a una hija que quiere dejar más por feuchina que por pava. Hay que agradecer el trabajo de Pilar Gil que consigue superar todos estos impedimentos y salir más que airosa de tan complicada papeleta. Sus movimientos contenidos, su gestualidad inerme y cálida posibilita que la obra pueda sostenerse a pesar de los pesares. Jim (Carlos García de Cortázar) está más en la línea banal y no logra arrancar ese punto de tormento que debería de tener su personaje, aunque seguramente no era nada fácil. Tom (Alejandro Aréstegui) si que colabora más activamente a dar la réplica a Laura en ese diálogo íntimo que es el meollo dramático de la obra, con una interpretación más austera y maleable. 

Tennessee Williams es uno de los autores más importantes del teatro del siglo XX. Destaca por sus obras centradas en la gran depresión y por unos personajes duros y camaleónicos que deben de enfrentarse a un mundo que bien ya no es el suyo o los rechaza. Es un teatro de los perdedores forjado desde la gran potencia hegemónica, que si bien parece despreciarlos, los necesita para configurarse como real. De ahí que su instrumento sea el realismo, aunque matizado por los sueños y aspiraciones de sus personajes. El que su obra haya sido llevado tantas veces al cine, y adaptado a ese otro medio, no debe de invalidar un teatro pensado para la escena y que se encuentra entre los de mayor profundidad y solidez del teatro contemporáneo.

EL ZOO DE CRISTAL, DE TENNESSEE WILLIAMS
DIRECCIÓN: FRANCISCO VIDAL
TEATRO FERNÁN-GOMEZ DE MADRID
SÁBADO 29 DE NOVIEMBRE DE 2014

No hay comentarios:

Publicar un comentario