No sé si
anteriormente había llegado a España alguna obra de René Pollesch. El mismo
programa de mano anuncia que es un autor muy poco conocido en España. Según
algunas referencias que he encontrado por la red estudió con Hans-Thies Lehmann en la universidad de
Giesen (Alemania). Y de aquí intento tirar del hilo.
Lehmann en el
excelso autor de un libro titulado "Teatro Postdramático", muy
venerado por el que escribe. Fue traducido y publicado por el CENDEAC de Murcia
en 2013, más de diez años después de su redacción original, y que vino a llenar
el vacío que dejaba la sola traducción de algunos de sus artículos en español.
El teatro postdramatico es un término acuñado para definir un teatro que
intenta superar las rigideces de la poética aristotélica que remitía,
necesariamente, al consabido planteamiento-nudo-desenlace y a la dependencia
textual previa. En España hay insignes muestras de este teatro, que al partir
de una definición negativa abarca muy diversas manifestaciones escénicas.
Volviendo a
Gasoline Bill, la obra que presentó Pollesch en Madrid, dentro del ciclo
"Una mirada al mundo" del CDN, la puesta en escena bascula, quizá
abruptamente, entre aquello que se dice y cómo se dice. Hay que partir de la
base que los actores no parecen encarnar personajes con una concreción
psicológica, pero tampoco intentan parecer que son ellos mismos. Esto hace que
se muevan en una incómoda indefinición, ya que el espectador no sabe quienes
son esos seres que pululan por el escenario. Estos personajes vierten sobre las
tablas una auténtica riada de parlamentos, que se adivinan intercambiables
entre ellos, y que remiten fundamentalmente a cuestiones relativas a la propia
esencia del ser humano, con evidente reminiscencias filosóficas y
psicoanalíticas.
El inicio de
la obra con los cuatro actores sentados en el proscenio y con traje de
vaqueros, lanzando este maremágnum, a toda velocidad en alemán, no parece la
técnica más propicia para que el espectador español que no sabe el idioma original
siga esta avalancha verbal poblada, inexcusablemente de referencias locales
germanas. Pero el resto del desarrollo de la obra no termina tampoco
introducirnos en ese universo, que parece presentarse como una función de
variedades al estilo del que se ofrece en algunos hoteles españoles para los
turistas alemanes.
Este entorno
banal discurre alrededor de media casa prefabricada de madera, al estilo del
lejano oeste americano, donde en el anverso figura con grandes letras
"keep out" y por el otro "last chance". Podríamos intuir
que con estos términos la obra se movería entre ese quedarse fuera y esa última
oportunidad, mientras esa inacabada casa gira sobre sí misma en lo que ellos
mismos denominan la rueda de la plegaria. Osease, que todas las acciones
aparentemente gratuitas e inconexas deberían de conectar con ese planteamiento
vital donde se explicitan esas preguntas sin respuesta que apabullan al hombre
moderno: la incomunicación, las obsesiones, el bien y el mal, etc.
Pero para
lograr todo esto el teatro postdramático debe de conectar con la idiosincrasia
del espectador. Del público al que va dirigido. Por eso los planteamientos de
este tipo de teatro, muy en la línea postmoderna donde no rigen ya las grandes
explicaciones del mundo, deben de encontrar al espectador en un lugar común
donde este pueda decodificar aquello que está viendo. A mi entender, creo que
la diferencia cultural, en este caso, invalida la propuesta para el público
español, que no puede reconocerse en este juego demasiado alejado de su/nuestro
imaginario colectivo, convirtiendo la propuesta escénica en algo un tanto
extraño. Aunque lo mismo es que yo no acabé nunca de entrar en el juego. No lo
sé. Esta es mi impresión.
GASOLINE BILL
TEXTO Y DIRECCIÓN: RENÉ POLLESCH
UNA PRODUCCIÓN DEL TEATRO
KAMMERSPIELE DE MUNICH (ALEMANIA)
DURACIÓN: 80 MINUTOS.
IDIOMA: ALEMÁN (CON SOBRETÍTULOS
EN ESPAÑOL)
TEATRO VALLE-INCLÁN DE MADRID
SÁBADO 25 DE OCTUBRE DE 2014
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