Edipo rey es una de las obras clásicas grecolatinas más plenas y
canónicas del teatro occidental. Su argumento, por tanto, es archiconocido para
el espectador mínimamente iniciado. Esto no suele suponer que abordar su
montaje sea más fácil, sino todo lo contrario. Llevar esta obra a Mérida con
una compañía extremeña es todo un reto. Frente a los figurones mediáticos y
televisivos que abundan en el festival se agradece el aire fresco que traen
estas otras compañías, aunque incorporen a directores de prestigio como Denis
Rafter.
Este, como responsable último de la puesta en escena, ha optado en esta ocasión, y de la mano de la versión del también extremeño Miguel Murillo, por presentarnos un Edipo un tanto atípico. El planteamiento dramatúrgico parece, de inicio, restar importancia al proceso interno del protagonista para derivarla hacia los aconteceres del contubernio ciudadano. El difuminar las entradas y salidas de los personajes que marcan los nuevos hitos en el (auto)descubrimiento de las circunstancias de la trama hace que pierdan fuerza las motivaciones del protagonista. El actor que lo encarna tiene que suplir con una pizca de histrionismo lo que no deja ver un desarrollo más confuso de los acontecimientos.
Estos desplazamientos
dejan un tanto indefensos a los actores para acometer la tarea, por consabida
que sea, de imprimir a sus personajes una plena actualidad. No sólo el
espectador y los actores saben lo que va a pasar, sino que también parecen
saberlo los personajes. El mismo coro de suplicantes adolece de la fuerza para
exigir al monarca que ponga fin a la desastrosa situación de la ciudad, y
parece más imbuido en intrigas internas u otras cuestiones partidistas. En este
contexto los diversos mensajeros (Tiresias, Creonte, pastor, etc.) se
configuran más como personajes anecdóticos, en vez de ser los verdaderos
portadores del cambio constante que se cierne sobre la trama.
Yocasta es uno de los
personajes más fascinantes del teatro occidental. Y no puede limitarse a
constatar que alrededor de ella el mundo se derrumba sin intentar insuflar a
Edipo la impronta de carácter que este necesita, hasta que la realidad se
muestra irreconciliable con su misma persona. Asignarle un rol hierático, del
que únicamente se aparta para gimotear su desgracia, no aporta nada al personaje,
pese a los intentos de la actriz de darle al mismo la mayor dignidad posible.
La escenografía, sobre
el imponente fondo arquitectónico romano, se centra en unos cubos practicables
que sirven tanto de trono como de pedestal, y que contienen unos extraños
números, que parecen corresponder a la primitiva numeración griega denominada
acrofónica o ática, y que se alinearán al final para cerrar un espacio donde se
verifica la tragedia.
Lástima de puesta en
escena que se extravió entre vericuetos accesorios y autoflagelaciones. A lo
mejor hay que pensar si el teatro en estos grandes espacios necesita más de
acciones grupales o físicas, y de menos palabras ininteligibles. Interpretar no
puede ser lo mismo en una sala mínima que en un gran espacio abierto. En el
teatro griego había máscaras, pero no había susurros. La gestualidad y la
psicología no se habían inventado. Por eso es complicado quererlas incorporar
en un medio que tiene que matar la magia de la voz en directo con sistemas de
amplificación. Estos confunden las voces y crean
evidentes disonancias entre los diferentes códigos o artes que intervienen en
esa otra global que es el teatro.
Por cierto, el trio cantante femenino, una maravilla.
Por cierto, el trio cantante femenino, una maravilla.
EDIPO REY, DE SÓFOCLES
DIRECCIÓN: DENIS RAFTER
VERSIÓN: MIGUEL MURILLO
INTÉRPRETES: José Vicente Moirón-Edipo,
Memé Tabares-Yocasta, Gabriel Moreno-Creonte, Javier Magariño-Tiresias, Juan
Carlos Castillejo-Sacerdote, Camilo Maqueda-Mensajero, Jesús Manchón-Pastor,
Francisco Quirós-Coro de suplicantes, Pedro Luis López-Coro de suplicantes,
Javier Herrera-Coro de suplicantes, Ana Jiménez-Cantante /Coro de suplicantes,
Ana Márquez-Cantante /
Coro de suplicantes, Laura Ferrera-Cantante /Coro de suplicantes, Pilar Brinquete-Criada, Vera Avellano-Antígona niña, Nuria Mordillo-Ismene niña
Coro de suplicantes, Laura Ferrera-Cantante /Coro de suplicantes, Pilar Brinquete-Criada, Vera Avellano-Antígona niña, Nuria Mordillo-Ismene niña
TEATRO ROMANO DE MÉRIDA
UNA COPRODUCCIÓN DEL FESTIVAL INTERNACIONAL
DE TEATRO CLÁSICO DE MÉRIDA Y TEATRO DEL NOCTÁMBULO.
24 DE AGOSTO DE 2014
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