domingo, 14 de septiembre de 2014

LA SANGRE DE ANTÍGONA, DE JOSÉ BERGAMÍN


Dentro del ciclo "Una mirada al mundo" llega al CDN esta coproducción, con la Compañía Nacional de Teatro de México, de La sangre de Antígona de José Bergamín (1895-1983), uno de los grandes intelectuales exiliados después de nuestra guerra civil. Esta propuesta escénica nace de la magnífica dirección del español Ignacio García y una versión del hijo del propio autor, y nieto del mismísimo Carlos Arniches, Fernando Bergamín Arniches, sin olvidar la estupenda dirección artística de la compañía mexicana ejercida por Luis de Tavira. Todo un lujo al que hay que añadir un elenco actoral mexicano de auténtica calidad, entre los que destacan una Antígona sublime encarnada por Érica de la Llave y una feminizada Tiresías a la que da vida la mítica actriz Rosenda Monteros.

  
La Antígona de Sófocles privilegia el dilema moral de la protagonista, que pone de relieve la disensión entre la justicia divina y la humana. Muertos sus hermanos, Eteocles y Polinices,  y habiéndose matado entre ellos en el asalto a Tebas, ya que cada uno luchaba en un bando, el rey Creonte niega la sepultura al segundo por haber luchado contra los vencedores. Entonces Antígona reclama el derecho a enterrar a su hermano, debido a que en la muerte debemos ser todos iguales. Hay que recordar que esta obra es parte del ciclo Tebano, donde todos estos son hijos de Edipo, y el nuevo rey es su tío, hermano de la reina Yocasta. La maldición de los padres se extenderá y continuará en sus hijos en una deriva que lleva a la extinción de la extirpe incestuosa.

  
En La sangre de Antígona prevalece la cuestión fraticida sobre el dilema que llevará a su protagonista hacia la muerte. Es una clara reminiscencia de la guerra civil española, tamizada por el culto a la muerte tan mexicano, que dota al espectáculo de un ambiente lúgubre y de intensa emoción. Si a esto añadimos la confesa inclinación del autor, que siempre se consideró cristiano, y al cristianismo más próximo al comunismo que al capitalismo, completamos un cóctel perfecto de sensaciones, de gran potencia poética y claro sentido reconciliador. Este no excluye otro reivindicativo, del igual derecho de todos a enterrar a sus muertos, sin olvidar que la obra fue escrita en 1955, y que se ha manifestado en los últimos años  bajo la denominación de  "memoria histórica", evidenciando algunos flecos y chapuzas derivados de nuestra modélica transición a la democracia.

El espacio sonoro, en clave procesional de Semana Santa, provee al conjunto escenográfico de una gran solemnidad. Una estructura móvil divide el escenario en dos partes al inicio del espectáculo, y posteriormente configura los diferentes espacios, llegando incluso a ocupar todo el escenario en primer término, donde sus 4x2 vanos rectangulares resultan practicables para los actores. En su interior se verifican sugerentes claroscuros y un nivel superior de actuación en el segundo piso.


El texto de Bergamín es esencialmente poético, con claras reminiscencias barrocas, lorquianas, así como de canciones populares. Esta fusión greco-cristiana alcanza su máximo apogeo en el monólogo de Antígona sobre el pan y el vino, al que añade la espada. La acción no es lo que sustenta el espectáculo, sino la emoción y la potencia de las imágenes, a las que se unen multitud de detonaciones de pistola que perturban el evidente tono de recogimiento del resto de la obra. El vestuario está actualizado en los hombres, que visten uniformes militares fascistoides, mientras que las mujeres aparecen con un predominio de la túnica o toga griega. Aquí destaca el papel del coro, que ha sido transformado en un coro femenino, que aporta una visión materno-filial, muy apropiado para el giro dramatúrgico instaurado.

Es de agradecer el poder seguir viendo un teatro que te llega al estómago, que sin perderse en peripecias inútiles, lleva al espectador donde quiere llevarle, que le atrapa en su butaca y es capaz de llegarle a lo más hondo. Teatro de verdad. Con sentido y para los sentidos.

  
LA SANGRE DE ANTÍGONA, DE JOSÉ BERGAMÍN
COMPAÑIA NACIONAL DE TEATRO DE MEXICO
DIRECCIÓN: IGNACIO GARCÍA
VERSIÓN: FERNANDO BERGAMÍN ARNICHES
TEATRO MARÍA GUERRERO DE MADRID
CICLO UNA MIRADA AL MUNDO
13 DE SEPTIEMBRE DE 2014

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