miércoles, 4 de junio de 2014

LOS MÁCBEZ, VERSIÓN DE JAIME CAVESTANY A PARTIR DE LA OBRA DE WILLIAM SHAKESPEARE

Los Mácbez son los Macbeth. Unos gallegos y otros escoceses. Pero son los mismos. La versión de Juan Cavestany es bastante fiel al original. Se han efectuado una serie de cambios para trasladar la acción a la Galicia actual, además de readecuar todos los personajes para la puesta en escena. Reyes y condes son ahora Directores Generales y Consejeros de la Xunta. Pero los temas del poder y la corrupción siguen más que vigentes en la sociedad, por eso los clásicos siguen siendo plenamente actuales. 


La puesta en escena que propone Andres Lima es frenética. Destacan la escenografía minimalista, donde un habitáculo en forma de cubo distorsionado, con paredes blancas y tres sillas transparentes, se conforma como único espacio de actuación, además del proscenio. Solo hay dos puertas de acceso. Una perpendicular al público, a la izquierda, también distorsionada en perspectiva, y una frontal a la derecha del público y fuera del cubo. La luz se convierte así en protagonista cambiante de una acción trepidante, matizando situaciones o enmarcando los diferentes niveles cognitivos. El espacio sonoro también tiene una presencia abrumadora, siendo fundamental a la hora tanto de diferenciar como de armonizar el conjunto escénico prácticamente vacío. Por eso la extraescena es otra de las protagonistas fundamentales de esta propuesta. Fuera de escena sucece, acontece, se alude o se presagia mucho de lo que vemos en el escenario.
Los actores de reparto están sencillamente maravillosos. Todos doblan varios personajes y lo hacen a la perfección, sin que al espectador se pare a pensar o le estorbe que sean ellos mismos quienes continuamente se muestren en escena. Actuaciones contenidas o desbordantes,  multi-registro, que verifican sus cambios, incluso de vestuario, muchas veces sin salir de escena, convirtiendo el escenario en un verdadera retablo de los prodigios. Y todo ello teniendo que transmutar de la comedia a la tragedia en cuestión de segundos y cambiando radicalmente de identidad.
Macbeth era una tragedia. Es una tragedia. Pero estos Mácbez tienen un punto de comedia. De comedia macabra, diría yo. Algunos han tildado la obra de comedia negra, pero negra no puede ser cuando no es asunto de la trama averiguar la figura del asesino, que todos los espectadores conocen ya que las muertes de verifican muchas veces en escena. Comedia sangriento-filosófico-neuronal, diría yo en otro tiempo.  Pero sólo en pequeñas dosis. Que no está el poder, o los que lo detentan, para tonterías.


Y esto entronca con los protagonistas. Mácbez y la señora Mácbez. Javier Gutiérrez encarna un Mácbez cobarde y miserable, como debe de ser. Gasta un tono lloroncete y apocado que contrasta con esos momentos de efusividad y demasía. Bien, en general. Carmen Machi no está mal cuando se pone seria, aunque no logra darle ese matiz de mujer fatal y manipuladora, enigmática y sensual  que proyecta el imaginario de Lady Macbeth. Lo peor es cuando se pone histriónica, aunque no lo prodiga en esta obra, y le sale eso suyo característico, esa Aida que lleva dentro que te rompe la magia. 
Esto viene a cuento del viejo tema de los figurones televisivos en el teatro. En su derecho están de hacer teatro. Faltaría más. Algunos forman compañía o se juntan con algún avezado e intrépido productor y logran grandes resultados de taquilla y/o artísticos. Otra cosa es que en tiempos de crisis copen los protagonistas en el teatro público, desplazando a otros actores netamente de teatro, que intentan abrirse paso o mantenerse en medio de esta cruenta crisis. Ya lo digo yo….Así es la vida. 


LOS MÁCBEZ, VERSIÓN DE JAIME CAVESTANY A PARTIR DE LA OBRA DE WILLIAM SHAKESPEARE.
DIRECCIÓN: ANDRÉS LIMA.
TEATRO MARÍA GUERRERO DE MADRID.
MARTES 3 DE JUNIO DE 2014.

domingo, 1 de junio de 2014

COMO GUSTÉIS, DE WILLIAM SHAKESPEARE


Pocas veces me salgo de un teatro, y esta ha sido una de ellas. Lo siento por Shakespeare, ya que nunca habría pensado cometer tal osadía. Pero es que hay cosas...
Como gustéis es una comedia en la que el bardo deriva los conflictos palaciegos hacia un ámbito cuasi pastoril, el bosque de Arden, donde entre equívocos, pantomimas y filosofía, los amores podrán florecer lejos de la civilización, sujeta esta férreamente al egoísmo humano.
Podemos, se puede, convertir el epílogo en un prólogo. Y no pasa nada. Podemos crear una escenografía sugerente y vestir a los personajes de bonitos trajes. Podemos involucrar a un montón de artistas. Pero no podemos derrochar su talento (y el dinero de todos). Podemos transgredir a Shakespeare, pero no debemos banalizar y desactivar todos sus recursos para terminar haciendo de su obra algo soso y aburrido, falto de emoción y perspectiva. 


Denominar comedia con música para actores a esta puesta en escena es tener ganas de... justificar lo injustificable. Porque lo que parece es que se ha cogido un texto de teatro clásico, se ha añadido música de todo estilo y pelaje y se ha agitado la coctelera. Y ha salido lo que ha salido. Porque los números musicales no están justificados. No ilustran, no recalcan, no revelan, no emocionan, no nada... de nada. Simplemente se pone a toda la compañía a cantar. Y unos cantan más que otros. Algunos, decididamente, muy bien. Pero me pierdo. Me pierdo entre canción y canción. Y de canción a canción me aburro.
La parte actoral se verifica en verdadera histeria durante la primera parte. Peleas, gritos y estridencias envuelven entradas y salidas precipitadas que hace que los actores tengan que volver a escena para terminar sus parlamentos. Y otra vez, hasta la saciedad. Los personajes se rebelan ante sus oponentes y desoyen toda lógica interna en un afán de gritar más que el contario. Y para suavizar nos echamos una cancioncita. Parece que se van calmando las cosas cuando llegamos a nuestro idílico bosque, aunque ya es demasiado tarde para filosofías...


Y llega el intermedio, después de hora y media. Y queda otro tanto. Aun así, parece, según leo por ahí, que la cosa no mejora en la segunda parte, sino todo lo contrario Y me digo, y nos decimos... ¿nos tomamos una caña? Y ahí está Lavapiés, como siempre. Ajeno al crimen que se está cometiendo con uno de los más grandes poetas del teatro mundial. Y no echo ni una lágrima. ¿Es posible que yo sea un calamar?, me pregunto. Y yo mismo me respondo que no. Que así es la vida...Y el teatro. Otra vez será...


COMO GUSTÉIS, DE WILLIAM SHAKESPEARE.
TEATRO VALLE-INCLÁN DE MADRID
29 DE MAYO DE 2014