lunes, 12 de mayo de 2014

MUJERES INFIELES, DE JUANA ESCABIAS



Las Nueve mujeres infieles que publicó el año pasado Juana Escabias en Ediciones Irreverentes han pasado a ser cuatro en esta estupenda puesta en escena de la Compañía Teatro Sonámbulo, que se presenta en el teatro Lagrada de Madrid y dentro del festival Surge Madrid.


La infidelidad no parece que sea actualmente uno de los problemas más acuciantes de nuestra sociedad, aunque esto no quiera decir que siga siendo una de las cuestiones más presentes y no resueltas de nuestras vidas. Lo que en otros tiempos y/o culturas era un verdadero drama, asociado fundamentalmente a la filiación de los hijos, ha quedado hoy relegado a la constatación del régimen mayoritario de monogamia sucesiva en el que nos hemos instalado. El que la infidelidad provenga de la mujer todavía tiene ese punto de intolerancia que, cuando es al contrario, parece aceptarse con menos problemas. Otra cuestión es la repercusión que tiene la infidelidad en los seres concretos que la padecen. Una cosa es la normalización social y otra que al derivar de un engaño produzca sus efectos. En unos casos positivos, ya sea como liberación o toma de la propia consciencia de sí mismo, y otras negativos en cuanto una de las partes no quiera o pueda aceptar la situación, o bien genere respuestas más o menos violentas.
Todo esto es lo que reflejan las diferentes situaciones que ha pergeñado Juana Escabias en sus Mujeres infieles. Para esta puesta en escena se han seleccionado cuatro escenas y se ha introducido una especie de ligazón para encuadrar las cuatro historias. El que hayan participado varios directores de escena distintos no ha desentonado el conjunto, si bien se observa una marcada tendencia hacia la comedia en las escenas 1, 2 y 4, quedando la 3 algo huérfana en su sentido más dramático. Cuando el aglutinante es el asunto, o la temática, siempre se corre el riesgo escénico de crear ciertos desequilibrios, que en este caso han sido solventados con la constatación panorámica que da unidad al todo. 


La coralidad de la propuesta no enmascara una rica, y sabrosa por momentos, gama de tonos actorales, dónde los giros inesperados, el humor ácido, la parodia inteligente o el juego de espejos colaboran en un resultado francamente divertido, ágil y sutil. Es este un teatro muy del aquí y del ahora, que hace posible el que nos veamos a nosotros mismos como esos monigotes capaces de hacer verdaderos mundos de lo propio sin dejar de trivializar el resto. 


Sin desentrañar la propuesta paso a diseccionar mínimamente cada una de las cuatro escenas:
1ª. Un matrimonio que se rompe. Un hombre dominador que se viene a menos (Pedro Fajardo) en un implacable ejercicio de asunción de la realidad. Una mujer de su casa (Adriana González-Borgas) que ya no es lo que parece y se muestra deliciosamente cruel en la asunción de las riendas de su propia vida. Desternillante.
2ª. Una pareja de amantes. Ambos casados. Ella (Elena Conchello), grácil potrilla, quiere amor donde él (Javier Vargas), vigoroso triunfador, sólo ve sexo. Cómica vuelta de tuerca e inesperada solución.
3ª. Un matrimonio de conveniencia. El marido (Juanjo Granda), aparentemente impertérrito, ve como se le escapa entre los dedos la vida de su mujer (Cedma Morales), estoica damisela, que ya no parece tan suya. Drama asegurado.
4ª. Otro matrimonio. Este en dificultades económicas. Ella (María José) se hace teleoperadora. Pero sus llamadas no acaban de convencer a su marido (Francisco Arellano). Hilarante escena con bebé monísimo incluido. 
Hay que destacar que producciones de este calibre, con evidente falta de medios, sean capaces de ofrecer la espectador resultados tan compactos y elaborados, donde el trabajo actoral es la materia prima casi única para moldear un texto actual y comprometido y dar como resultado puestas en escena que merecerían un mayor recorrido escénico. Mucha mierda.
 Programa de mano
MUJERES INFIELES, DE JUANA ESCABIAS
TEATRO LAGRADA, MADRID. ESTRENO 9 DE MAYO DE 2014.